El pan ha acompañado a la gastronomía española desde tiempos inmemoriales. De hecho, cada vez más, se apuesta por una selección más exhaustiva de este producto en la mesa de cara a sorprender a los comensales. Es una pieza clave y a la que se le ha otorgado la relevancia e importancia que se merece por los cereales que siempre han formado parte de su receta y que han formado parte de una cultura arraigada en la calidad gastronómica.
Los más sibaritas han buscado y demandado nuevos sabores y texturas con los que degustar las mejores recetas de la dieta mediterránea y, por ello, la empresa catalana Harinera Coromina apostó por mejorar significativamente la harina de centeno para que se usara en los mejores obradores y que pudieran producir un pan que mejorara el proceso, el aspecto y la calidad de las hogazas que con ella se hicieran.
Inspirados por la zona de los Pirineos orientales, una zona volcánica, buscaron de nuevo en los orígenes. Su objetivo era conseguir ese pan de centeno oscuro, con carácter y con unos aromas que también se identificaran con la tierra.
Para llegar a crear la Harina Garrotxa – premiada por el Departamento de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación de la Generalitat con el Premio PITA 2016 (Premio a la Innovación Tecnológica Agroalimentaria) – Harinera Coromina, situada en Banyoles, apostó por la inversión en I+D en nuevos productos que respondieran a las necesidades reales de las panificadoras y que innovaran los procesos y resultados a través de su laboratorio.
Esta estrategia, que se puso en marcha en 2012, ha culminado con el lanzamiento de esta harina de centeno, que entra dentro del marco del desarrollo de nuevos procesos codo a codo con el cliente para la innovación y la búsqueda de la mejora de productos.
A través de su laboratorio de ensayos y del obrador con el que experimentan, se entendió que había que priorizar el control del proceso de cultivo de este cereal desde la variedad de la semilla, pasando por la recepción y los controles de calidad, así como su limpieza, reposo y molturación para que, posteriormente, la mezcla de harina de cilindros, piedra y masa madre generaran un producto de una calidad inigualable y cuyos premios empiezan a avalar a esta harinera que cumplió 120 años.
La harina Garrotxa ha mejorado la calidad de las harinas de centeno panificables, facilitado la labor de los obradores en su masa, hidratación y horneado y también es capaz de ofrecer una experiencia al cliente final del pan con un sabor y textura inigualable para este tipo de producto selecto.
El resultado: un pan rústico de centeno con un intenso aroma y un sabor característico.