Sorprender al comensal cada vez es más complicado. En muchos casos, las cartas de calidad, exclusivamente, no son suficiente motivo para desplazar a nuevos paladares. Son las instalaciones las que, cada vez más, marcan la diferencia.
Desde su apertura en la localidad madrileña de Alcorcón en 2018, el Restaurante Bálamo ha marcado esa diferencia que hace que su carta, basada sobre todo en los frutos de mar de gran calidad, sea un añadido a la originalidad de su planteamiento.
Sus 4200 metros cuadrados le han permitido jugar con tres alturas diferenciadas en las que la experiencia del cliente se incrementa según se adentra en las instalaciones.
“Desde un principio hemos querido que los clientes que entran a tomar algo o a sentarse a degustar nuestra carta tengan claro que forman parte de Bálamo. De ahí que nuestra cocina vista tenga más de 500m2 y que nuestros ingredientes principales estén a la vista de todos para que puedan valorarlos. Somos una marea, camareros y cocineros nadan juntos para mejorar la experiencia a unos precios más que accesibles” explican desde la empresa.
Un jardín vertical que bate récords
Pero si hay algo que llama la atención y es uno de los principales reclamos no solo para madrileños sino para cualquier turista que llega a Madrid es, precisamente, su jardín vertical: el más grande de Europa en interiores.
Sus medidas, con 350m2 hacen que se puede contemplar desde casi todos los ángulos del Restaurante.
Pero esta joya tiene muchas más bondades que la simple decoración: tiene una repercusión ambiental realmente sorprendente ya que es capaz de producir, por ejemplo, el oxígeno que necesitarían 350 personas en un año y filtra en ese periodo hasta 234 toneladas de gases nocivos. Todo ello sin olvidar los 94.5 kilos de metales pesados que procesa en 12 meses y los 45.5 kilogramos de polvo que atrapa.
El estilo industrial que prevalece en todo el establecimiento es resultado del diseño de uno de los arquitectos más reputados del momento, Rui Costa, que apostó por tonos grises, con vigas, hierro, hormigón, maderas naturales y con grandes cristaleras, recuerda al estilo industrial.
“En realidad es un establecimiento integral. No solo se puede venir a cenar en pareja sino en familia, ya que disponemos de una planta exclusiva dedicada a los más pequeños en un concepto llamado La Playa, donde los cuidadores entretendrán a los pequeños en un parque de bolas y un entorno inspirado en el mar para que sus padres disfruten sin preocupaciones. Para celebraciones más grandes, está la planta de Alta Mar. Pero incluso las empresas podrían encontrar en Arrecife, nuestro jardín exterior o bien en las salas privadas un entorno de negocios ideal” explican.