La poesía sin más máscara ni pretensión que la de gritar contra el viento. Si hay algo que defina los versos de José Luis González (Las Palmas de Gran Canaria, 1976) es el color y la musicalidad que imprime a la intimidad de sus poemas. ‘Versos de Madrugada’ refleja momentos vividos y fugaces de sentimientos universales, con los que el lector tenderá a identificarse en más de una ocasión: inquietud, rabia, deseo y amor (siempre el amor).
El primer poemario editado en papel del periodista y escritor canario reúne poemas escritos en papel durante más de 20 años entre habitaciones, hoteles, aeropuertos, calles y, como él mismo admite, “mudanzas de corazones en oferta”. Entre las líneas de ‘Versos de Madrugada’ se intuye a un autor arrepentido de errores pasados y con miedo al futuro, pero que a la vez se recrea y enamora sin remedio de batallas imposibles y sueños inalcanzables.
Su pluma lleva al que lee de la tristeza y el dolor a la magia y la fantasía; a la inocencia de un primer beso, a la huella imborrable de una caricia, al fuego, o hasta la oscuridad perpetua y las mismas fauces de la muerte. En este viaje de inmolación emocional encontramos a ratos versos intencionadamente cristalinos y dulces, libres de artificios innecesarios, pero también líneas de metáforas complejas e historias que se debaten entre la rima y la concepción más intimista y personal de la poesía.
‘Versos de Madrugada’, de verso libre, se enmarca en cierta medida dentro de la llamada nueva poesía contemporánea, fresca y sin ataduras, que de tanto éxito viene gozando en los últimos años. Pero a la vez, bebe de las experiencias y de un hombre ya curtido y con las cicatrices suficientes como para atreverse a dialogar con sus propios fantasmas con absoluta sinceridad y sin miedos, sin renunciar a los sueños más adolescentes ni a la ilusión infantil a veces perdida a lo largo de casi cien poemas y 246 páginas.