En un invierno que parece que va a poner a prueba no solo la economía familiar con la factura energética sino incluso el bienestar en casa con una temperatura ambiente más baja de lo habitual en estas fechas buscando el ahorro, es el momento de poner sobre el papel los riesgos que hay que minimizar para evitar sustos.
Las estufas y braseros se vuelven protagonistas de las noticias cuando por un descuido o una mala combustión acaban provocando algún tipo de intoxicación o fuego. Son los propios bomberos los que están avisando de las precauciones a tener en cuenta para evitar cualquier tipo de incidente, incluyendo la posibilidad de instalar, con este tipo de dispositivos, detectores de monóxido de carbono y gas para tener una alarma en caso de despiste si la combustión no fuera la correcta.
Pero, ¿qué otras opciones pueden tenerse en cuenta?
En primer lugar, la ventilación es clave para evitar acumulación de dióxido de carbono o de pequeñas fugas que puedan darse. El renovar cada cierto tiempo el aire es una de las rutinas necesarias siempre en las viviendas pero, llegado el invierno y con ciertas soluciones para el calor, más aún.
Otra recomendación es que se mire el color de la llama de los dispositivos. Debe ser del color adecuado, por norma general, azul. Eso significa que la combustión es buena.
Retirar las alfombras de las proximidades, al igual que alejar de las cortinas los aparatos, es también una recomendación que es constante cada año.
Por suerte, las comunidades también tienen un cuidado protocolo antiincendios que es revisado y actualizado cada año para apoyar las precauciones y permitir una extinción rápida en caso de necesidad. Ello pasa por disponer de extintores accesibles, boca de incendios equipada en Madrid o en cualquier otra ciudad y un protocolo definido y conocido por los vecinos en caso de necesitar actuar.
Aún con todo, la primera recomendación es no dejar encendido nada sin supervisión adulta, un punto que suele ser clave para evitar accidentes que pueden conllevar un riesgo innecesario, sobre todo, cuando se trata de viviendas de personas mayores que pueden tener menos agilidad en la reacción.