– Bajo el lema ‘Hecho para tirar’, denuncia el impacto del consumismo alentado por las empresas
MADRID, 25 (SERVIMEDIA)
Activistas de Greenpeace depositaron este viernes, coincidiendo con el Black Friday, cuatro montañas de residuos en una calle comercial del centro de Madrid para denunciar el impacto del consumismo alentado por las empresas.
Bajo los lemas ‘Hecho para tirar’; ‘Sus beneficios, tus desperdicios’; ‘Las marcas nos están consumiendo’ y ‘Black Friday destruye el planeta’, junto a las montañas de ropa, tecnología, plásticos y cartones de envíos, los activistas censuraron la basura generada por las compras que la industria ‘obliga’ a la ciudadanía a hacer en momentos de sobreconsumo como el Black Friday.
«El Black Friday no va de quien necesita comprarse una lavadora porque no llega a fin de mes. El Black Friday es el ejemplo pernicioso de cómo las marcas nos incitan y obligan a comprar un pantalón más cuando ya tenemos seis iguales en el armario. Es un día de excusa que han creado las marcas para deshacerse de su elevada producción», declaró Celia Ojeda, responsable de Biodiversidad de Greenpeace.
Ojeda añadió que «esta sobreproducción de existencias que las marcas no son capaces de vender en el Black Friday o en otro momento consumista acaba en vertederos, incineradoras o exportada a otros países».
Con esta acción, Greenpeace pidió que el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico aplique estrictamente el artículo 18.2 de la Ley de Residuos y Suelos Contaminados para una Economía Circular, en el que se indica que «queda prohibida la destrucción o su eliminación mediante depósito en vertedero de excedentes no vendidos de productos no perecederos tales como textiles, juguetes o aparatos eléctricos, entre otros, salvo que dichos productos deban destruirse conforme a otra normativa o por protección del consumidor y seguridad».
«Dichos excedentes se destinarán en primer lugar a canales de reutilización, incluyendo su donación, y cuando esto no sea posible, a la preparación para la reutilización o a las siguientes opciones de la jerarquía de residuos, respetando el orden establecido en el artículo 8», agrega el artículo.
«PICO DEL MOMENTO CONSUMISTA»
Según Greenpeace, el Black Friday representa «el pico del momento consumista, que acaba reflejado en un alto coste ambiental: un elevado uso y una preocupante contaminación del agua, pérdida de biodiversidad y de suelos, impacto negativo en la calidad del aire y en las emisiones».
Apuntó que serían necesarios 1,8 planetas como la Tierra para reponer los recursos naturales que nuestro actual ritmo de consumo destruye. En el caso de España, harían falta dos planetas para sostener ese consumismo.
Este patrón, del que depende en gran medida la economía actual, tiene «graves consecuencias» para la salud humana y la del planeta, según Greenpeace, que consideró necesario invertir esta tendencia para limitar el calentamiento global a 1,5 grados respecto a los niveles preindustriales con el fin de evitar los peores estragos del cambio climático.
Por otro lado, Greenpeace señaló que el consumismo acarrea «impactos ambientales ocultos», entre ellos que las mercancías que se producen y no se compran terminan tiradas en vertederos, a veces exportadas a terceros países o incineradas. Si estos productos contienen sustancias tóxicas, acaban contaminando el suelo, los acuíferos y el aire.
En el caso de los textiles en España, se cree que unas 990.000 toneladas de productos textiles van a parar cada año a los vertederos. Por el contrario, las tasas de reciclaje textil siguen siendo muy bajas: solo entre un 10% y un 12% de los residuos textiles se recoge por separado para su reutilización y/o reciclado, y menos de un 1% de la producción total se recicla en ciclo cerrado, es decir, con el mismo uso o similar.
En el caso de la tecnología, España es uno de los países que más basura electrónica genera, con 888.000 toneladas en 2019 y más de 960.000 toneladas en 2020. La acumulación de basura eléctrica y electrónica puede alcanzar los 74,7 millones de tonelada) en 2030 en todo el mundo. Esto supone que, si no se realizan acciones para parar esta tendencia, los datos prácticamente se doblarán entre 2015 y 2030.
La gestión inadecuada de los residuos electrónicos agrava el calentamiento global, ya que, si estos no se reciclan, no pueden sustituir materias primas ni reducir los gases de efecto invernadero que se producen de su extracción, según Greenpeace.
«SISTEMA LOCO Y DESTRUCTIVO»
En todo el mundo, menos del 1 % de las prendas se reciclan y convierten en ropa nueva. Los productos no vendidos o devueltos se destruyen de forma rutinaria. Se calcula que los productos destruidos en Europa en 2020, colocados uno tras otro, darían la vuelta al mundo 1,5 veces.
Cuando llega el final del ciclo de la moda y se tiran prendas que contienen sustancias químicas peligrosas es inevitable que contaminen y acaben en el camión de residuos textiles que se lleva a incinerar o se envía al vertedero. El daño ambiental se multiplica si esas prendas tienen compuestos tóxicos.
«Dada la crisis planetaria del clima y de la biodiversidad, además de la recientemente añadida crisis de las sustancias químicas, es obvio que no podemos permitirnos seguir con este sistema loco y destructivo. Debemos exigir un cumplimiento de la legislación y que las empresas cambien su modelo limitando su producción, diseñando productos de más calidad y durabilidad, evitando la obsolescencia programada y evitando el sobreembalaje de elementos de un solo uso. Es necesario potenciar una verdadera economía circular que se base en la reparación y la reutilización, y no en celebrar el consumismo», concluyó Ojeda