Según se ha podido conocer de la mano de las autoridades Tailandesas, uno de los reclamos turísticos, Koh Tachai, va a ser clausurada para el turismo por culpa de los daños ambientales que ha sufrido durante la época en la que el turismo puso los ojos en este recóndito lugar paradisiaco.
Tal como apuntaba el director del Departamento de Parques Nacionales, Tunya Netithammakul, «gracias a su belleza, Koh Tachai se ha convertido en un destino turístico popularpara turistas tailandeses y extranjeros, lo que ha llevado a una aglomeración y la degradación de los recursos naturales y el medio ambiente».
De hecho, se ha anunciado que, con la llegada de la época de monzones, los parques nacionales marinos – uno de los grandes reclamos para submarinistas – quedarán cerrados hasta el próximo 15 de octubre.
Pero, ¿cuál es el problema si cada vez se entiende mejor la necesidad de preservar estos rincones? En un momento en el que la ecología y el mantener la naturaleza en su estado, ¿dónde comenzaron los problemas?
Fácil: donde se podría dar cabida, con cabeza y disfrute, 70 turistas, acababan llegando 1000. Las agencias de viajes y los propios receptores trataron de sacar el mejor partido posible al momento y a la caja. Sin embargo, esta aglomeración lo único que ha hecho ha sido ir degradando la naturaleza y los recursos naturales de la zona, poniendo en grave peligro la supervivencia de su propio ecosistema.
De hecho, las autoridades tailandesas ya han advertido que, tomando esta medida, esperan que tanto agencias como turistas se conciencen de la necesidad de preservar el entorno, algo que hasta ahora no se estaba haciendo.
De unos años a esta parte, Tailandia se ha convertido en uno de los destinos favorito de los turistas europeos. La facilidad para llegar hasta sus principales aeropuertos, la belleza de sus paisajes, las playas de ensueño y la naturaleza salvaje han servido a este país para pasar de destino emergente a consolidado en los últimos cinco años.
Eso también ha permitido el crecimiento económico de la zona, que sigue manteniendo precios para alojamiento y comida que son de lo más atractivos para los europeos si comparamos lo que se suele gastar en sus países de origen por los mismos servicios.
Sin embargo, el coto ha llegado. Es hora de preservar, de verdad, la belleza de estos rincones.